De manera muy coherente con el que ha resultado ser mi apodo y mi username en internet hace ya un buen tiempo, una película cuya premisa fuera que convertían quirúrgicamente a un tipo en morsa y que además fuera una comedia de terror resultaba muy atrayente. Sin embargo, del mismo modo en el que la premisa de una película puede hacerla muy poco atractiva como en el caso de It Follows, uno también puede terminar viendo una película muy mala solo porque la sinopsis comulga con el propio sentido de la ridiculez. Dicho esto, debí haber sabido que esta película no me iba a gustar porque personalmente encuentro a Kevin Smith intragable y Clerks es una de las películas más insulsas y sobrevaluadas que he visto. Tenía mis esperanzas depositadas en Michael Parks, en Johnny Depp y en la papa rellena en la que se ha convertido Haley Joel Osment diciendo “something weird-ass this way comes” pero, para mi sorpresa, la mejor actuación de esta película la recibí de la exdiva de Telemundo Génesis Rodríguez. Los efectos especiales, aunque bien ejecutados, son tan ridículos que son casi tan risibles como el acento francés del personaje de Johnny Depp, fácilmente el peor jamás visto en la historia del cine. Consideremos, por un momento, que esta es la primera película de una trilogía en la que está trabajando Kevin Smith de películas de terror/comedia que transcurren en Canadá y se alimentan fuertemente de clichés ridículos y la búsqueda constante de seguir generando culto en sus seguidores, que la segunda película, a estrenarse en el festival Sundance de este año, tiene como protagonistas a las anodinas hijas de Kevin Smith y de Johnny Depp haciendo de clerks (empleadas) de una tienda, y la tercera ha sido descrita por el mismo director como “Jaws, pero con un alce”. Soy de las amantes del terror que disfrutan los blockbusters en los que hay poca trama y muchos muertos, villanos poco creíbles y situaciones en las que provoca meterse en la escena y cachetear a la tarada que sale en paños menores a un bosque solitario en la mitad de la noche a gritar “¡¿quién anda ahí?!”, por lo que entiendo que hay una especie de pacto tácito entre el espectador y el director que presenta un universo en el que muchas veces hay reglas distintas a la realidad y muchas veces el desagrado del espectador hacia la película sucede porque el primero no logra conectarse con el universo de la segunda. Entiendo, también, que en una película de terror/comedia, en la que se combinan dos de los géneros más difíciles de ejecutar adecuadamente, hay aún más reglas a romper y más lugar para el absurdo. Sin embargo, tengo que decir que en el caso de Tusk las reglas caen tanto en la esfera de lo estúpido que es difícil para el espectador conectarse y no sentirse tratado como, bueno, un estúpido. Hay mejores formas de perder 105 minutos de la vida, como leer la página de artículos raros en Wikipedia. Corolario: El villano de Tusk es un Huérfano de Duplessis, una historia mil veces más terrible que la película sobre cómo miles de niños en orfanatos terminaron falsamente diagnosticados con enfermedades mentales para ser encerrados en instituciones mentales para que sus directores católicos obtuvieran más fondos del gobierno. Eso sí fue realmente escalofriante.
domingo, 31 de enero de 2016
Tusk (2014)
De manera muy coherente con el que ha resultado ser mi apodo y mi username en internet hace ya un buen tiempo, una película cuya premisa fuera que convertían quirúrgicamente a un tipo en morsa y que además fuera una comedia de terror resultaba muy atrayente. Sin embargo, del mismo modo en el que la premisa de una película puede hacerla muy poco atractiva como en el caso de It Follows, uno también puede terminar viendo una película muy mala solo porque la sinopsis comulga con el propio sentido de la ridiculez. Dicho esto, debí haber sabido que esta película no me iba a gustar porque personalmente encuentro a Kevin Smith intragable y Clerks es una de las películas más insulsas y sobrevaluadas que he visto. Tenía mis esperanzas depositadas en Michael Parks, en Johnny Depp y en la papa rellena en la que se ha convertido Haley Joel Osment diciendo “something weird-ass this way comes” pero, para mi sorpresa, la mejor actuación de esta película la recibí de la exdiva de Telemundo Génesis Rodríguez. Los efectos especiales, aunque bien ejecutados, son tan ridículos que son casi tan risibles como el acento francés del personaje de Johnny Depp, fácilmente el peor jamás visto en la historia del cine. Consideremos, por un momento, que esta es la primera película de una trilogía en la que está trabajando Kevin Smith de películas de terror/comedia que transcurren en Canadá y se alimentan fuertemente de clichés ridículos y la búsqueda constante de seguir generando culto en sus seguidores, que la segunda película, a estrenarse en el festival Sundance de este año, tiene como protagonistas a las anodinas hijas de Kevin Smith y de Johnny Depp haciendo de clerks (empleadas) de una tienda, y la tercera ha sido descrita por el mismo director como “Jaws, pero con un alce”. Soy de las amantes del terror que disfrutan los blockbusters en los que hay poca trama y muchos muertos, villanos poco creíbles y situaciones en las que provoca meterse en la escena y cachetear a la tarada que sale en paños menores a un bosque solitario en la mitad de la noche a gritar “¡¿quién anda ahí?!”, por lo que entiendo que hay una especie de pacto tácito entre el espectador y el director que presenta un universo en el que muchas veces hay reglas distintas a la realidad y muchas veces el desagrado del espectador hacia la película sucede porque el primero no logra conectarse con el universo de la segunda. Entiendo, también, que en una película de terror/comedia, en la que se combinan dos de los géneros más difíciles de ejecutar adecuadamente, hay aún más reglas a romper y más lugar para el absurdo. Sin embargo, tengo que decir que en el caso de Tusk las reglas caen tanto en la esfera de lo estúpido que es difícil para el espectador conectarse y no sentirse tratado como, bueno, un estúpido. Hay mejores formas de perder 105 minutos de la vida, como leer la página de artículos raros en Wikipedia. Corolario: El villano de Tusk es un Huérfano de Duplessis, una historia mil veces más terrible que la película sobre cómo miles de niños en orfanatos terminaron falsamente diagnosticados con enfermedades mentales para ser encerrados en instituciones mentales para que sus directores católicos obtuvieran más fondos del gobierno. Eso sí fue realmente escalofriante.
domingo, 24 de enero de 2016
V/H/S (2012)
El género del found footage, tan trillado y que según algunos está reviviendo el cine de terror, engendró V/H/S, entre muchas otras de las cuales más probablemente el lector habrá visto The Blair Witch Project o la intragable saga de Paranormal Activity. Envidio de verdad a las personas que se asustaron con esas dos películas. Envidio la conexión que logran con un grupo de insensatos hiperventilando con una cámara en la mano mientras documentan su inevitable perdición. Sin embargo, me parece que, sin ser una gran película, el formato de antología de V/H/S es mucho más efectivo en la forma literal de “material encontrado” para impactar al espectador, y para contar varias historias de distintos directores, cada una con sus puntos fuertes y momentos aburridos. Está estructurada como una narración enmarcada cinematográfica en la que hay una historia que encuadra las demás, la de un grupo de tarados que se dedican a actividades saludables como agarrar mujeres por la calle para desvestirlas en cámara, filmar encuentros sexuales sin consentimiento y vandalizar casas abandonadas, dirigida por Adam Wingard, quien fue anunciado recientemente como el futuro director del largometraje estadounidense basado en el manga japonés Death Note. Un cliente anónimo les hace el encargo de irrumpir en una casa y encontrar una cinta de V/H/S que le interesa y, por supuesto, los tarados recorren la casa y comienzan a revisar las cintas una por una mientras sobrevienen los desastres. Las demás historias contadas en V/H/S son las de cinco cintas, cada una un tipo distinto de found footage. La primera, mi favorita, es un patético intento de un grupo de protomachos que le cuelgan unas gafas con cámara y micrófono al espécimen más tímido, con la mala suerte que una de sus conquistas termina siendo un súcubo muy fiel a las descripciones medievales. El abordaje de David Bruckner me dejó con la curiosidad de explorar otras películas suyas como The Signal, y con la expectativa del spinoff de la historia del súcubo, también protagonizado por Hannah Fierman. La segunda, sobre un viaje de un par de recién casados con menos gracia que un gato de porcelana, tuvo el efecto contrario por su narración aburrida y final insulso, y me hizo dudar de ver películas de Ti West que tenía en lista como The Innkeepers, The ABC’s of Death y The Sacrament. La tercera, del director de horror comedy Glenn McQuaid, recupera el ritmo de V/H/S a pesar de ser una mini-slasher con la premisa interesante pero pobremente ejecutada de un asesino misterioso en un bosque que solo puede ser observado como un error de fotografía en cámara. La cuarta, dirigida por el papá del mumblecore Joe Swanberg, está planteada en un formato interesante que comparte con el largometraje Unfriended. Es una historia de terror narrada a partir de la pantalla de un computador y la conversación vía videochat de una pareja, con buenos sustos y un final un poco tirado de los cabellos pero, al menos, propositivo. La última historia es como montarse en una montaña rusa, llevando a los adolescentes insensatos que la protagonizan de un comienzo muy lento a varias secuencias muy intensas visualmente de la mano del cuarteto de directores Radio Silence, que pasaron de hacer una serie de videos interactivos a realizar el largo de terror Devil’s Due, también found footage y estrenado en el 2014. Más que ser una buena película, el aporte de V/H/S está en mostrar diferentes tipos de narrativas a partir de un mismo género, que si bien tienen en común las fallas técnicas, la respiración agitada, la cámara movida y una ruptura particular de la cuarta pared, distan mucho de ser las mismas historias. Por otro lado, es una especie de “menú de degustación” de diferentes directores para explorar más y más películas del boom del cine de terror de las últimas décadas.
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martes, 19 de enero de 2016
Psycho (1960)
Tengo que admitir, con pena, que he sido pésima para Hitchcock. De hecho, esta es la segunda película suya que logro ver completa en toda mi vida sin dormirme. Sin embargo, como la vi en función del ejercicio de ver más cine de terror con ojo crítico, tengo que decir que siento que descubrí un mundo nuevo. Hasta el momento no había comprendido el genio que fue Hitchcock, y lo mucho que aportó al cine de terror en narrativa y técnicas cinematográficas. Podría, incluso, afirmar sin miedo a equivocarme que a esta película le debemos todo el género de slasher y una buena parte del cine de terror moderno, en el que una amenaza humana pero desconocida para el espectador causa la muerte violenta de varias personas. Hay que reconocer la maestría de Hitchcock que, cansado de realizar grandes blockbusters con un amplio presupuesto y reconocidos actores, decidió filmar esta película basada en una novela relativamente desconocida inspirada a su vez en el recientemente capturado asesino en serie Ed Gein de la mano de un equipo de rodaje que hasta el momento solo había realizado televisión junto a él. La realizó a pesar de la poca fe que le tenía Paramount, y del presupuesto que le fue otorgado, tan reducido que casi le cuesta la participación de Bernard Herrmann, el compositor de la icónica banda sonora a la cual Hitchcock le atribuyó un tercio de la atmósfera de la película. Entre las tantas formas en las que esta película ha influenciado el cine de terror de los siguientes 50 años se puede ver la clásica protagonista femenina convencionalmente atractiva e ingenua, una relación enfermiza y controladora entre madre e hijo, un lugar misterioso en la mitad de la nada que debería ser inofensivo y resulta ser testigo de actos atroces. Entre la forma de abordar el terror y la narrativa cinematográfica de Hitchcock crearon un definitivo clásico, podría decirse el papá de las películas de terror, imperdible para quienes quieran comprender y apreciar el género moderno o simplemente ver una buena película clásica.
-Si no ha visto la película y no quiere spoilers, lea hasta aquí.-
domingo, 10 de enero de 2016
It Follows (2014)
Esta película es el segundo largometraje de David Robert Mitchell y el primero de terror, que debutó en Cannes en mayo de 2014. Influenciado por los maestros del terror George A. Romero y John Carpenter y clásicos como The Thing, The Shining y Creature From The Black Lagoon, creó a partir de sus pesadillas infantiles una de las películas de terror más únicas que ha visto la última década con una premisa muy básica y nada atractiva, tanto que el director rehusaba comentarla en entrevistas antes del estreno. Tengo que confesar que vi esta película más por verla en las listas de películas de horror imperdibles del año pasado, porque la sinopsis es bien sugestiva y no en el buen sentido: la protagonista se ve, de repente, contagiada por una maldición de transmisión sexual. Es muy fácil realizar el paralelo y decir que es una alegoría de los peligros que representa el sexo sin protección, enfermedades de transmisión sexual, etc. pero incluso sabiendo que el mismo director ha dicho que no hay ninguna alegoría, hay una reflexión que me queda de esta película más allá de su atmósfera perturbadora y narrativa sobresaliente. Me queda la sensación de que esta historia puede ser un referente ante una educación sexual de la que no se habla, no se da y a veces no se aprende. La que mejor lo explica es Daysha Edewi de Buzzfeed en el video “Lo que quisiera que me hubieran dicho antes de tener sexo” en el que explica la experiencia muy real de no tener idea de qué significa realmente tener sexo seguro, porque el único mensaje que recibimos al respecto a lo largo de nuestra adolescencia es “siempre use condón y NUNCA se embarace”, si es que recibimos algún tipo de educación sexual. Sin embargo, nadie habla de las secuelas mentales que puede dejar un encuentro sexual con una persona que te lastima, bien sea en el contexto de sexo casual o en una relación, que sucede y es una ocurrencia cotidiana. La maldición de la protagonista de It Follows, en la forma de una persona cualquiera que solo puede ver el afectado, que lo sigue a paso lento y que, de alcanzarlo, le ocasionará una muerte horrible, me parece que, más que ser una metáfora para herpes y clamidia, lo es para la ansiedad que causa haber entregado el propio cuerpo y la intimidad a quien no lo respeta, la carga de recelo que se queda con quien ha sido traicionado y que recibirá la siguiente persona de la que desconfíe para evitar ser traicionado de nuevo. Quisiera elaborar un manifiesto feminista sobre cómo es necesario construir una sociedad en la que sexo no equivale amor y el valor de una mujer no se mide en cuántos hombres ha aceptado o rechazado, pero el ser lastimado por una persona a quien se le ha abierto el propio cuerpo y la propia mente es una experiencia universal que no discrimina género ni contexto. Mi recomendación es que vean esta película porque logra, con una música incidental mínima, planos subjetivos minuciosamente elaborados y actuaciones creíbles, evocar grandes clásicos del cine y narrar una historia que no solo da para buenos sustos e imágenes que se quedan en la mente del espectador, sino también hacerlo pensar sobre las maldiciones que nos siguen a todos a paso lento, y en cómo una simple conversación puede ser más efectiva para protegerse que un condón o una pastilla.
sábado, 9 de enero de 2016
The Cabinet of Dr. Caligari (1920)
-Si no ha visto la película y no quiere spoilers, lea hasta aquí.-
EL PLOT TWIST. La última secuencia de la película, en la que muy a lo David Lynch todo era la ilusión de un loco, me dejó con la sensación de querer repetir la película completa. El protagonista se había armado toda la historia con elementos de su cotidianidad en el asilo del cual el nominal Dr. Caligari era el director, es fácilmente el mejor recurso de esta película para justificar la historia. No solo le da un sentido narrativo a la escenografía, sino que lleva al espectador a cuestionarse de nuevo toda la historia. Con todo y lo que me enamoró del expresionismo alemán en pintura y escultura, mi amor es para los escritores, Hans Janowitz y Carl Mayer, por una obra cinematográfica tan temprana en la que dejan tanto tan bien dicho.
viernes, 8 de enero de 2016
What We Do In The Shadows (2014)
jueves, 7 de enero de 2016
Videodrome (1983)
Terminé viendo esta película más por casualidad que por otra cosa, aunque no me puedo negar a Cronenberg, menos si están involucrados James Woods y Debbie Harry. Cronenberg es el papá del body horror, un género basado sólidamente en la destrucción o degeneración del cuerpo a partir de enfermedades, mutaciones o mutilaciones, mucho más cercano a cada uno de nosotros que un fantasma o un demonio. Cronenberg ya tenía encima joyas del género como Rabid, The Brood y Scanners (la de la infame escena), y se consagró en la combinación de body horror y tecnología tres años después con The Fly. Videodrome es, en sus palabras, uno de los guiones más extremos que haya escrito, aunque la versión fílmica es mucho más light que el guión original, desarrollado a partir de su propio miedo infantil de sintonizar por televisión algo que no estuviera hecho para el público. Max Renner, en su búsqueda de material nuevo para el canal sensacionalista en el que trabaja, se encuentra con una transmisión de lo que él piensa que son videos falsos de asesinatos y tortura. Después de descubrir que es snuff real inicia una plétora de imágenes y sucesos extraños, desde la psiquiatra sadomasoquista con la que se enreda hasta la relación que crea con el filósofo Brian O’Blivion y su visión de un mundo en el que la televisión reemplaza todo aspecto de la vida cotidiana. Súmenle un hueco en el abdomen que traga cintas como un VHS, una mano-pistola de carne, alucinaciones, paranoia y asesinatos, y tienen Videodrome. En 1983 la televisión era todavía algo relativamente nuevo y era fácil predecir que iba a acaparar una parte sustancial de la vida del hombre moderno, que iba a cambiar su forma de percibir y relacionarse con el mundo, por lo que mi aspecto favorito de esta película es cómo refleja, en el lenguaje deforme y crudo de Cronenberg, el miedo del mundo a una revolución desconocida, a temer el universo incontrolable que pudiera contener un aparato cotidiano. El gran aporte del director es, creo, que se esfuerza por mezclar muy escuetamente el terror corporal con elementos habituales, una especie de equivalente cinematográfico a lo que hizo Palahniuk con Haunted, para dejarlo a uno pensando en cuántos objetos de los que tiene en su propia casa pueden albergar peligros que la imaginación de cualquier pobre cristiano jamás podría concebir.
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